Cuando una mujer logra un concilio armónico entre lo que viste y su ser interior, este alcanza un nivel superlativo, destacando a través de todo ornamento, pudiendo ser percibido en cualquier espacio, visible incluso en un instante congelado en el tiempo a través de una fotografía.
Hace un mes, cuando estuve de visita en mi casa en Ecuador, dediqué un par de días para revisar álbumes de fotos familiares y, sumergida en ese mar de recuerdos, encontré las imágenes que inspiraron este escrito.
En esta ocasión, celebro el estilo de cuatro mujeres importantes, admiradas y queridas, cuatro mujeres de diferentes edades en diferentes tiempos, diferentes contextos y diferentes personalidades, mujeres que a pesar de los dictámenes de la moda de su época priorizaron su estilo sin que este resultara afectado por las tendencias del momento, logrando conjuntos atemporales, perpetuando su imagen hacia la eternidad. Lo que llamó mi atención de estos retratos es la actitud de confianza que irradian justo al momento de ser fotografiadas, juzgándolas por su postura y sus semblantes podemos decir que se sienten cómodas en su propia piel, en paz con sus emociones, sus vestidos son instrumentos que fueron escogidos para expresar esas sensaciones.
Se dice que una persona es elegante porque sabe elegir, elegir lo mejor de acuerdo a lo que se es, todo lo que compone nuestro imaginario interior, eso que nos mantiene vivos y curiosos ante el mundo es una manifestación genuina de nuestra esencia, y para declararla al exterior la ropa se convierte en un idioma tangible que nos permite contarle al universo quiénes somos, qué pensamos, cómo nos sentimos y cuáles son nuestras intenciones, vistiéndonos y adornándonos en consecuencia de lo que somos y la vida que tenemos, sin pretensiones, proyectando coherentemente nuestro interior hacia el exterior.
Si soy romántica y me gustan las flores escogeré estampados decorados con estas formas, si me considero soñadora y me gustan las estrellas portaré bisutería con este motivo, si soy reservada me inclinaré por colores neutros y conjuntos monocromos, si soy alegre llenaré mi armario de colores vivos y enérgicos. Estas son algunas características personales que la indumentaria se ha encargado de materializar a través de sus propios códigos, ofreciéndonos una selección libre que obedece distintos tipos de temperamentos, permitiéndonos construir nuestro estilo de forma única e individual.
No en vano, las mujeres que son recordadas como iconos de belleza dentro del ámbito de la moda y el cine, son aquellas que por su impronta personal lograron desafiar el paso del tiempo, siendo consideradas en la actualidad como modelos a imitar gracias a su agudo sentido estético a la hora de decidir cómo adornarse, habilidad que podemos potenciar únicamente si somos leales a nuestra condición femenina natural que cada una poseemos y la manera como la sustentamos día a día a través de nuestros sentidos y de todas las experiencias que nos permitimos vivir.
Mi abuelita Argentina en la graduación de mi tío Roberto (1975/1980)
Mi adorable madre Ruth luego de una reunión de padres de familia de nuestra escuela junto con mi hermana Sally (1995)
Mi tía Adela junto con mis hermanos y mi prima en una celebración familiar (1984)
Retrato de mi tía Elena
Esta pequeña niña quien seguramente es una mujer muy grande ahora es prima de mi madre, no se el nombre pero me agrada el romanticismo de su vestido y sombrero. O quizás era un hada :)
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