Lo Que Nos Pasa Con El Cuerpo


Por: Sasha Santamaría




Uno de los temas que abraza la moda es el cuerpo. Si revisamos su historia, podemos ver cómo en determinadas épocas surgieron diferentes siluetas que encarnaban el ideal de belleza de diferentes momentos. Recordemos a la figura aniñada y delicada de Twiggy que reinó en los años sesentas o los cuerpos curvilíneos y exuberantes de las estrellas del cine de los cincuenta como Sophia Loren o Brigitte Bardot. Son algunos ejemplos de lo que en algún momento era visto como el “cuerpo ideal”, así como en la actualidad el modelo aspiracional parece ser la figura musculosa cultivada a la manera de la histeria fitness.

Últimamente, he venido preguntándome el por qué el tema del cuerpo es  un asunto que afecta y preocupa a la mayoría de mujeres, al punto que puede llegar a afectar su seguridad y autoestima, como si fuese una prioridad de vida o muerte.
Digo esto porque recuerdo que hace un par de años, en un taller de Asesoramiento de Imagen nos pidieron que hablemos de lo que más nos gusta de nuestro cuerpo y escuchando las respuestas de mis compañeras quedé sorprendida.

La mayoría, sin dudarlo, se enfocó en describir todo aquello que le desagrada. “Quisiera tener las piernas más largas” “Mi nariz es muy grande” “Quisiera ser flaca” “Mis senos son muy pequeños, no me gustan”. En un instante, el lugar se inundó en un mar de quejas y disconformidad. Yo estaba asombrada por lo que escuchaba porque realmente a veces me cuesta entender cómo se le da importancia –demasiada- al tema del físico. Me refiero al nivel de importancia que percibo, porque no es una importancia sana, sensata, más bien, cercana a lo dañino y enfermizo; sobre todo me sorprendió porque la mayoría de mis compañeras eran mujeres  profesionales, madres y esposas, que parecían tener su vida resuelta, donde no hay espacio alguno para la inseguridad.

De repente, como caída del cielo y para dar un poco de luz a la situación, tomó la palabra mi compañera Cecilia, a quien tuve el gusto de conocer en ese taller. Es que la recuerdo con mucho cariño porque es de esas mujeres a quienes ves y te trasmiten tanta paz y elegancia. Esta fue su respuesta: “A mí me gusta todo de mí porque gracias a Dios tengo mis extremidades completas y estoy agradecida por ello”. Simple, pregnante, inteligente y conmovedora declaración. Nada más lindo que tener la oportunidad de e s c u c h a r mensajes agradables que te invitan a reflexionar, a reconsiderar tu punto de vista.

Y es que estimadxs, se culpa mucho a la moda por “imponer” cánones de belleza inalcanzables  y déjenme decirles que eso ha existido y existirá siempre y depende de uno decidir que esto afecte o no la mirada que tenemos de nosotros mismos. Hay que dejar de señalar culpables o de victimizarnos por lo que la moda “trata” de imponer, porque al final de alguna manera ella es un reflejo de aquello que deseamos y lo estamos viendo ahora con las campañas protagonizadas por “mujeres reales”. Y no porque una mujer sea naturalmente delgada tenemos que señalarla como anoréxica o porque tenga un cuerpo rollizo sufre de sobrepeso, simplemente son ellas, son sus cuerpos y todos son diferentes e igual de bellos sea cual sea su tipo.

Quizás, por qué en lugar de mirar tanto para afuera miramos para adentro, por qué no empezamos a entrenar nuestra confianza y empezamos a aceptar lo que somos y cultivamos otros aspectos mucho más vitales y perennes que el físico, y comenzamos a disponer nuestra energía en otras áreas de nuestra vida que en realidad lo merecen. Más apariencia con sustancia.

Feminismo, Blazers y Power Dressing


Por: Sasha Santamaría




Uno de los aspectos que más me fascinan y me cautivan de la moda, es que no se trata únicamente de un simple vestido, sino que es un espejo de lo que sucede en la sociedad. Por ello, no es casualidad que en este tiempo donde se habla mucho de feminismo y del empoderamiento de la mujer, la moda demuestra que ella también puede ser una aliada para acompañar/vestir esta causa –no está demás revisar la colección SS 2015 de Chanel-.

Así, estamos experimentado una vuelta al power dressing que colmó la moda femenina a fines de los ochentas. Sí, aquella época en donde las mujeres vestían con blazers de hombreras prominentes lo que las volvía visualmente intimidantes; su armadura para intentar conquistar los ámbitos laborales exclusivos de los hombres.

En esos años, la estrategia era vestirse como ellos para ingresar en aquellos espacios donde la participación de la mujer era escasamente permitida. Para visualizar este estilismo, podemos evocar la imagen de Margaret Thatcher ataviada en su clásico power suit.

Ahora, en este último tiempo donde la causa feminista ha tomado fuerza, la moda trae de vuelta este power dressing pero suavizado bajo la consigna del “utilitarismo femenino”; es decir, sastrería confortable pero femenina, destacando una de las piezas emblemáticas de este estilo: El blazer.

Decretado como una de las prendas de tendencia para esta temporada, el blazer parece ser la pieza de moda escogida para vestir el ánimo feminista de esta época y evidentemente, su practicidad y versatilidad son virtudes suficientes para designarle aquella distinción.

No hay un criterio o condición fija para vestirlo, va bien en cualquier momento del día y ocasión. Su logro es que permite que siempre estemos “bien vestidas”. Al menos así me hace sentir mi blazer favorito -uno negro de Esprit que conseguí en una tienda vintage-, siempre me salva y se adapta a todo; pasando por un look casual de jean y zapatos deportivos hasta vestidito negro y taconazos para la noche.

El único detalle para tomar en consideración al momento de adquirir uno es que sea lo suficientemente holgado –sobre todo en la parte de las mangas- para que no dificulte el movimiento. También hay que cuidar que el corte de la manga repose justo sobre la línea de la sisa -el corte que va sobre la axila-. El resto es pura imaginación.

Lo Que No Sabías De Coco Chanel



Por: Sasha Santamaría 





Despedimos agosto hablando de una de las modistas más importantes de la historia de la moda; Gabrielle “Coco” Chanel, puesto que en este mes se celebra su fecha de nacimiento.
Tanto se ha dicho sobre su vida privada, sus orígenes humildes, su infancia hostil y su agitada vida sentimental. Sin embargo, las bases de su leyenda se cimentan en las contribuciones que legó al vestir femenino y que aún, luego de casi ochenta años, se presentan actuales y sofisticadas, siendo una de ellas el pequeño vestido negro o little black dress (LBD).

Otro de los hitos que se le atribuye –disputado también por el modisto Paul Poiret- es la liberación de la mujer del corsé, vestigio de la indumentaria de la belle époque.
Relegar el uso de aquella prenda que constreñía el cuerpo de la mujer y le impedía moverse libremente, fue una idea que Chanel concretó mediante la creación de una silueta rectangular que facilitaba el movimiento.

Recordemos que corrían los tiempos de la Primera Guerra Mundial, los hombres se preparaban para ir al combate y las mujeres debían reemplazarlos en sus actividades laborales. El clima de época exigía una indumentaria que posibilite la acción y Chanel supo percibir esa necesidad y materializarla en un nuevo estilo que proclamaba comodidad y funcionalidad; tomando distancia del ornamento excesivo de la belle époque.

Otro aspecto tan poco difundido y que ayudó a moldear esta estética, fue el surgimiento del movimiento moderno en la arquitectura, que al igual que la moda de Chanel, sucedió en las primeras décadas del siglo XX. Contrario al ornamento naturalista y estilo hiper decorado de su antecesor el art nuvó, esta nueva corriente apelaba a la belleza de la forma geométrica pura y la simplicidad.  

Frases como “menos es más” o “la forma sigue a la función” sintetizan las intenciones de su propuesta y, la moda de Gabrielle Chanel adhirió a aquellos postulados, configurando un vestir de líneas rectangulares que ocultaban las formas femeninas, al igual que las construcciones modernas desprovistas de curvas.

Probablemente, aquella negación de los contornos femeninos fue una estrategia de Chanel para que en este nuevo ámbito laboral que la mujer debía enfrentar, su cuerpo permanezca resguardado y se la considere por sus habilidades y no se tratara de cosificarla por la sensualidad de su figura.

Esto no es más que una muestra de que la arquitectura y la indumentaria comparten una misión; proveer contención al ser humano. La primera, a través de un espacio y la segunda mediante el vestido. También nos enseña que sin lugar a dudas, Chanel como diseñadora, supo ser una exquisita y hábil traductora del espíritu estético y social de su tiempo. 


Dama vestida a la manera de la Belle Époque y la Casa Batlló de Antonio Gaudí, una de los edificios icónicos del Art Nuvó 


Sentido minimalista: Vestido de Chanel y el edificio Seagram de Mies van der Rohe

Guía Para Definir Tu Estilo


Por: Sasha Santamaría 



“Conócete a ti mismo y adórnate en consecuencia” es una frase que leí hace mucho tiempo y se convirtió en una de mis favoritas porque creo que resume de una forma muy sencilla, la relación consecuente que debe existir entre lo que elegimos para vestir y lo que somos. 

Llegar al punto en que el modo como nos vestimos refleje realmente nuestra esencia puede ser una tarea no muy fácil. Muchas veces, porque se desconoce o no se domina el vocabulario de la moda; es decir, lo que denotan ciertas prendas, texturas o siluetas; porque al igual que la palabra escrita o hablada, la moda también es un lenguaje que expresa y que nos permite manifestar materialmente parte de nuestra sensibilidad, y es aquella sensibilidad a la que podríamos definirla como estilo.

Como primer paso para emprender esta búsqueda, podemos iniciar pensando en todo aquello que nos agrada y conmueve. Pensemos en los colores, motivos de la naturaleza, figuras del cine o de la moda a quienes admiramos, algún movimiento de arte, nuestros cantantes de rock favoritos, películas… Todo por lo que sintamos afinidad y nos parezca bello.

Este inventario nos permitirá realizar un recorte para tener una idea clara acerca de lo que nos gusta y poder trasladar aquellas referencias a nuestro vestir y así, configurar nuestro estilo personal, además de estas pautas que nos ayudarán a continuar con esta búsqueda: 



1.- Elige tu paleta de color

Podemos partir eligiendo como base un color que nos guste mucho y pensar en sus matices. Por ejemplo, el azul y sus variantes que pueden ir de un azul noche, azul celeste hasta un azul grisáceo.  
Como comodín para realizar combinaciones, puedes elegir un segundo color que sea complementario a este color base.
Vale recordar que estos tonos deben ser afines a nuestra temperatura de color natural, la cual podrás descubrir mediante un diagnóstico de colorimetría



2.- Elige tu silueta

Escoge una silueta que destaque la forma de tu cuerpo, pensando también que la silueta es un recurso que permite en cierta medida modificar las características de nuestra figura. Podemos pensar en un tipo de silueta en A o trapecio para disimular unas caderas prominentes o incluso elegir una tipo rectangular si sentimos afinidad por la estética flapper de la moda de los años 20.

Estas son algunas de las siluetas más recurrentes en la moda:



3.- Elige tus texturas 

Si se trata de texturas visuales, es decir estampados, considerar aquellos motivos que nos gustan mucho como flores, animales o formas geométricas favoritas. Por otro lado tenemos las texturas táctiles, es decir aquellas que provocan alguna sensación al contacto con nuestras manos. 
Si nuestro estilo se inclina hacia lo romántico, minimalista o natural podemos elegir entre el plisado, el drapeado o pliegues tableados. 
Si se trata de un estilo alternativo o rockero podemos recurrir al cuero –textura icónica de este estilo- liso o de imitación animal. El vinilo y las aplicaciones de tipo transfer engomadas o craqueladas son otras opciones.



4.- Elige tu prenda emblema 

Encuentra una prenda que sientas que representa tu personalidad, que te haga sentir especial y puedas usarla en cualquier ocasión. A mí me pasa eso con los blazers, siento que cuando los uso voy bien vestida y quedan bien en todo momento del día y ocasión. 


5.- Elige tus accesorios

Una cadena, un prendedor, un pañuelo… Un accesorio especial que te acompañe siempre y te distinga. 



6.- Elige tu calzado 

Ballerinas, mocasines, zapatillas deportivas o stilettos tipo kitten heel para las actividades del día a día. Escoge un modelo que se adapte a tu estilo y al ritmo de tu jornada diaria. 
Para la noche, generalmente el calzado preferido son los tacones. Elige un tipo de tacón según un ancho y altura con los que puedas caminar segura. 



7.- Elige tus musas 

Busca inspiración en aquellas mujeres que son recordadas por su manera de vestir y estilo original, lo que las llevó a convertirse en imagen memorable dentro del universo de la moda. No se trata de imitar literalmente su manera de vestir, sino en considerarlas como referencia para aquellos momentos en que no sabemos cómo combinar una prenda o qué tipo de ropa usar para determinada ocasión. 


Sofía Coppola, Jeanne Damas, Vanessa Paradis, Hanneli Mustaparta y Charlotte Gainsbourg están entre mis favoritas


El Manifiesto De Colombiamoda


Por: Sasha Santamaría
Imágenes cortesía de Inexmoda



Para la moda, Colombia está de moda. Podemos señalar como primer indicio de esta fijación, la acción realizada por Marni el año pasado durante la Semana del Mueble en Milán donde, teniendo como fondo una performance de cumbia, la marca presentó indumentaria, mobiliario y accesorios inspirados en la artesanía colombiana. 
Una evidencia más actual de este flechazo, la colaboración realizada entre Colette y Esteban Cortázar

Existen razones de más para fijar la mirada en Colombia y su moda. Justamente, hace unos días, en la ciudad de Medellín; centro textil del país, se celebró Colombiamoda, la plataforma de moda más importante del país y probablemente de Latinoamérica. 
Luego de ver los desfiles y presentaciones, la gran conclusión que me dejó esta edición, es que la moda colombiana puede definirse como glocal; es decir, es una moda que valora y se muestra orgullosa de su identidad pero, logra proyectarse de una forma que puede ser leída y entendida de manera internacional. Ser global abrazando lo local. 
Como ejemplo de esta idea, tenemos el caso de la diseñadora Johanna Ortiz cuya afinidad por los volados -representativos de su feminidad costeña- coincidió con el boom de la rufflemanía.  

Otro concepto precioso que aparece en el discurso de la moda colombiana es el de la neoartesanía, que resulta del concilio entre lo folclórico y lo contemporáneo. 
Esto se traduce en piezas que aluden a lo autóctono; tanto por su estética y materialidad, sumado a la dinámica de diseño colaborativo entre artesanos y diseñadores. 
A partir de esta alianza, se recuperan y visibilizan técnicas artesanales ancestrales, las cuales se actualizan y resignifican según el gusto moderno, tal como lo demuestran estas piezas del proyecto Artesanías de Colombia:






O estas carteras de línea minimalista y reminiscencia precolombina creadas por Bibiana Hernández:





Este reconocimiento hacia los artesanos me recuerda a una idea que elaboré mientras desarrollaba mi tesis: Si París tiene sus talleres de alta costura, nosotros en Latinoamerica tenemos a nuestros artesanos y su bagaje artesanal. Y atentos con esto porque según WGSN, luego de tanto consumismo desaforado y objetos descartables, experimentaremos  –en buena hora- un regreso a lo artesanal.

Siguiendo con el hilo de la identidad, otro detalle presente en las colecciones son los volados y el escote off shoulder. Si bien hace unas temporadas estos dos detalles vienen marcando tendencia, en la escena de moda colombiana persisten como un gesto que evoca al vestir femenino tradicional de las mujeres de la costa; la blusa campesina que descubre los hombros y que también forma parte de la indumentaria de países como Ecuador, Venezuela y Panamá.

Las propuestas de Alexandra Bueno y María Luisa Ortiz+ Diego Garnizo ratifican en sus diseños este rasgo caribeño:


Alexandra Bueno

Alexandra Bueno

Maria Luisa Ortiz+Diego Garnizo
Maria Luisa Ortiz+Diego Garnizo


Por último, les comparto mi selección de looks favoritos:


Black & White Chicness por Pempa Pombo
El tailleur tropical de Atelier Crump

El vestido net por Mulierr

La monoprenda con el detalle statement de María Elena Villamil

El vestido ´joya´ de Andrés Pajón

Una Gran Decepción


Por: Sasha Santamaría




La historia que voy a contarles a continuación sucedió hace dos meses aproximadamente y pensé en aprovechar este espacio para contarlo. Resulta que decidí asistir a una charla convocada por una institución de aquí de Buenos Aires que siempre organiza conferencias acerca de moda. Esta en particular, era especial porque una de las expositoras es investigadora de una de las universidades de moda más prestigiosas y reconocidas a nivel mundial, la cual considero una voz líder y siempre estoy atenta a sus publicaciones y novedades.

Justamente, uno de los temas que se trató en la conferencia fue el diseño sustentable, un tema que como diseñadora últimamente me tiene inquieta, generándome interrogantes e ideas encontradas ya que para mí, el diseño sustentable está dirigido a cierto grupo de personas debido al elevado costo de sus productos. Esta idea surgió en un seminario sobre diseño sustentable y entre mis compañeros se originó un debate y sí, la mayoría coincidimos en que está destinado para cierto grupo de personas con cierto nivel adquisitivo y eso me hizo preguntar qué sucede con la gente que no puede acceder a ellos, por qué siempre lo mejor y de buena calidad está al alcance únicamente de unos pocos.

Entonces recuerdo mucho que le pregunté a mi profesor –quien escribe académicamente sobre sustentabilidad- qué reflexiones o estrategias se están pensando para desarrollar un diseño sustentable que esté realmente al alcance de todos. Me respondió amablemente que iba a considerar este punto para sus próximos escritos.
Volviendo al escenario de la conferencia, cuando llegó el momento de las preguntas, obviamente teniendo a una representante de la vanguardia académica del diseño sustentable, no podía dejar pasar mi oportunidad para hacerle la misma pregunta que le realicé a mi profesor.

No imaginan lo que fue ese momento, estaba demasiado nerviosa porque sabía que mi pregunta sería algo incomoda o quizás iba a quedar como una impertinente o como alguien demasiado inocente. Pero sabía que si no me atrevía a hacerlo iba a cargar con el peso de la cobardía por mucho tiempo, y dije ¡vamos! ¡nerviosa y todo pero hazlo! Entonces levanté la mano y me pasaron un micrófono -como para ponerle más presión al asunto-, respire y traté de sonar serena y elocuente pensando cada palabra procurando no sonar arrogante: “Hola buenos días, me gustaría hacer una pregunta pero sé que es una pregunta algo incomoda y si desea puede contestarla –algo así dije- y seguí: Yo creo que el diseño sustentable opera para una élite, es decir, no todos pueden pagar su valor. Usted como parte de la academia, podría decirme si están reflexionando acerca de cómo desarrollar estrategias para lograr un diseño sostenible que realmente llegue a más personas y que suceda una especie de democratización de lo sustentable. Esa es mi pregunta, muchas gracias”.
Ahora el momento de la respuesta: “Me parece que decir que el diseño sustentable no está al alcance de todos es algo caduco… Tienes a –nombre de marca reconocida de moda rápida- y a –otro nombre de marca reconocida de moda rápida- que diseñan camisetas de algodón orgánico a precios accesibles”… Estas últimas líneas quedaron resonando en mi cabeza, en ese momento se detuvo todo y mientras hablaba me miraba y la miré y me tapé la boca con la mano –eso es algo que hago cuando escucho algo en lo que no estoy de acuerdo-

Recuerdo que inmediatamente miré a uno de los organizadores de la conferencia para ver si compartíamos algún gesto de descontento ante la respuesta que habíamos acabado de escuchar… ¿En serio? ¿Nos acabas de recomendar como opción sustentable a dos marcas que sabemos que son las que están haciendo las cosas muy mal? Esa fue la última pregunta y la última respuesta.

Salimos a un receso y con mis compañeras comentamos acerca de su respuesta. Como dijo una de ellas, esta es la “elite pensante” de la movida sustentable a nivel global. Claramente su respuesta fue realmente inesperada y me sentí tan indignada y defraudada que luego del receso, volví a mi lugar y me di cuenta que aquella expositora estaba sentada justo a mi lado y empecé un dialogo interno de “pregúntale por qué te dio esa respuesta, por qué mencionó a esas marcas cuando sabemos que esa supuesta acción sustentable que hacen es una cortina de humo -el llamado “Greenwashing” o “lavado verde”- para esconder la oscura realidad de su sistema de producción…” Pero decidí serenarme porque al final esa fue su opinión y es válida y respetable.

Luego, en un intento de encontrarle una justificación a su respuesta, recordé que la universidad de la que ella forma parte, tiene un convenio de auspicio para nuevos diseñadores con una de estas marcas… Listo. No hay nada más que decir. Misterio resuelto.

Llegué a casa con mi cabeza confundida; lo hablé con un par de amigos, cociné, empezó a dolerme la espalda, en fin… Es que no podía creer que aquella persona que es parte de esta institución que admiro y respeto mucho me haya dado esa respuesta. Pero eso no es todo, mi decepción va por otro lado, porque si profundizamos un poco más, esa respuesta dejó en evidencia un asunto de complicidad o alianza de poder entre instituciones,  y el sólo hecho de pensarlo me provoca terror.

Probablemente estoy magnificando el asunto pero al menos, en esta etapa donde como diseñadora me encuentro en una postura crítica frente al concepto de lo sustentable o al menos lo que nos venden como tal, con esta experiencia estoy en un estado de descreimiento y una toma de consciencia y decir yo no quiero ser parte de esto.

Y todo este relato me llevó a pensar en la manera en que podemos evitar ese camino y tomar otras alternativas. Tampoco esto es un intento de demonizar a estas marcas porque es cierto que nos permiten acercarnos a lo último de la moda a precios accesibles, pero al menos podemos empezar a disminuir nuestro consumo en aquellas tiendas y poco a poco cultivar hábitos de consumo más sanos, buscando otras alternativas que nos den la posibilidad de comprar y consumir ropa de manera limpia y responsable. Así que pensé en estas opciones:

-Volver a la ropa a medida: Recurrir a la modista o el sastre de barrio para que confeccione nuestras prendas. Basta con acudir a ellos con una foto o idea de la prenda que queremos y nos aconsejarán acerca del tipo de tela adecuada para la prenda y la cantidad que necesitaremos para hacerla.

-Comprar diseño local: A veces me cuesta entender como alguien prefiere comprar una prenda a una de estas marcas de moda rápida cuando por el mismo precio o un poco más puedes comprar algo firmado por un diseñador. Se curios@ e investiga sobre las marcas y diseñadores de tu ciudad; visítalos, encuentra uno que simpatice con tu gusto y compra sus productos.

-Compra artesanal: Los mercados artesanales son uno de esos lugares donde puedes encontrar tesoros preciosos inesperados; desde joyería, calzado y marroquinería elaborada por artesanos locales. Cien por ciento hecho a mano lo que garantiza que estás adquiriendo una pieza original y única.


-Tiendas vintage: En este tipo de tiendas encontrarás prendas de segunda mano en buen estado y a precios razonables. Las recomiendo especialmente para encontrar prendas de sastrería como blazers o tapados para el invierno. 


Apuntes Sobre La Elegancia


Por: Sasha Santamaría 




¿Cómo escribir sobre algo que resulta casi imposible de definir? La elegancia, ha sido una idea que ha inquietado desde siempre a filósofos, pintores, diseñadores y demás hacedores de la belleza. Uno de estos pensadores es *Honoré de Balzac quien en su libro “Tratado de la Vida Elegante”, menciona algunas definiciones de esta gran palabra y entre todas aquellas esta es la que más me agradó: “La elegancia es la nobleza transportada a las cosas”.

Esta frase me pareció cercana a la idea que tengo acerca de esta palabra porque propone a la elegancia no como algo relacionado con lo superficial sino con una virtud. Sucede que en el imaginario colectivo -por alguna razón equivocada-, a la  elegancia se la relaciona con  vestir ropa costosa de una marca de renombre o con tener el último accesorio de moda y no, no, no y no. Es decir, en parte sí, porque un lindo vestido hecho con una linda tela que abraza bellamente nuestra figura seguramente nos hará ver mejor; pero esto es sólo una parte; es la envoltura, y esto solo no es suficiente para alcanzar la elegancia. Digamos que sería un complemento, pero no un detalle vital.

Para darles un ejemplo, voy a contarles la historia de una bella señora que la vida me dio la suerte de conocer. La llamaremos Estela. Ella, por cuestiones del destino, vive en un lugar bastante austero y de ambiente hostil. Es una señora de unos cincuenta años de unos grandes y vivaces ojos verdes casi celestes enmarcados por unas cejas frondosas a lo Brooke Shields. Es que yo la veo y la imagino de joven; hermosa y los chicos muertos por ella. Estela es madre y abuela y además cuenta con un profesorado en Bellas Artes.

Cada vez que la recuerdo pienso en su situación, pienso que ciertas condiciones de nuestra vida se dan simplemente por haber tenido la suerte de haber nacido con “una buena estrella”. Y cuando la veo, cuando voy a visitarla a ese lugar tan opuesto a su ser digo “Ella es como una reina viviendo en un pantano”.  Y sí, es que es una reina por la delicadeza de sus modos, la dignidad de su porte y la altura y fortaleza con la que afronta cada momento de su vida. ¿Ven? Esto es a lo que me refiero.

Si bien en su apariencia no hay rastro alguno de objetos costosos o de última moda, es su ser, eso que viene de adentro que brilla, inunda y encanta a todo lo que le rodea, esa cosa encantadora que no puedes definirla pero te sobrecoge y te impacta. La elegancia del corazón como dijo Yves Saint Laurent.

Y así como Estela, me he encontrado con grandes personas –o trato de encontrarlas- o he visto escenas de la vida diaria que me ayudan a pulir y definir mi idea acerca de lo que realmente es ser elegante, y lo que tienen en común es una grandeza y sofisticación de espíritu que supera su apariencia material, haciendo que todo lo que hagan o digan sea como una brisa agradable que emociona los sentidos.

Ya que trazamos una idea acerca de lo que significa la elegancia desde el ser, ahora ¿cómo lograr ser elegante en el vestir? Simplemente recurriendo a la sencillez, a la armonía tanto de colores como de texturas y accesorios,  siendo discretos con los logos de las marcas, buscando el equilibrio con el uso de estampados o colores llamativos para que la ropa no nos opaque y finalmente; usar prendas que sean amables con nuestro tipo de cuerpo y que resalten nuestra personalidad.


*Si les interesa la literatura sobre moda les recomiendo este libro, es de fácil lectura y además tiene un humor muy cómico.

Diseño étnico real hecho en Ecuador




Lo étnico resulta una de las temáticas recurrentes e inspiracionales dentro del mundo de la moda, haciendo referencia a la vestimenta tradicional o al bagaje gráfico de una cultura. Este discurso, bien puede ser usado para homenajear a determinada cultura; haciendo uso del diseño como plataforma para visibilizar una identidad o dar a conocer parte del folclore de una cultura e incluso, generar acciones de diseño colaborativo entre artesanos y diseñadores interesados en potenciar cierto saber hacer artesanal, revalorizando aquellas habilidades y permitiendo a los artesanos actualizar y adecuar sus técnicas a una estética contemporánea sin comprometer su sabiduría ancestral.

Sin embargo, cuando el concepto étnico es mal usado, se corre el riesgo de caer en una instancia de apropiación cultural, es decir, el plagio literal de las referencias o elementos vestimentarios que conforman el patrimonio de una cultura para un fin económico. Por esta razón, creo que al momento de adquirir una prenda o accesorio de diseño catalogado como étnico, es prudente investigar si los artesanos que ayudaron a fabricar el producto fueron bien remunerados por su trabajo. Otra buena opción sería comprar directamente al artesano y aquí les traigo dos ejemplos de propuestas cien por ciento étnicas realizadas en mi país Ecuador.


Claudia e Hilda, las dos maravillosas mujeres que protagonizan este escrito, son creadoras de moda representantes de la cultura Otavalo, etnia indígena ecuatoriana que admiro y respeto mucho por el orgullo que sienten por sus orígenes y su exquisito talento artesanal.
Tanto Claudia como Hilda reflejan en sus diseños la esencia femenina del vestir propia de las mujeres de su cultura, compartiendo una parte de la coquetería del vestir de la mujer otavaleña con otras mujeres.

*Atención especial a la visión que cada una tiene de la belleza. Me regocija encontrarme con mujeres que tienen en claro que más allá del ornamento, el verdadero valor está en la sustancia, en lo interior.

Claudia Lema (Klayart)

Gracias a un artículo, pude conocer las bellas alpargatas de Claudia e inmediatamente pensé "Necesito unas para acompañar mi vestido favorito el próximo verano". Las veo como un calzado básico oportuno para la temporada de calor, fáciles de adaptar y combinar con cualquier estilo.


“Mi nombre es Claudia Lema. Nací en Mérida, Venezuela cuando mis padres emigraron por primera vez a los finales de los setenta. Mis padres son kiwchuas otavalos, mi padre de la comunidad de Quinchuqui  y mi madre de la comunidad de Monserrat. Somos ocho hermanos y mi familia siempre se dedicó al diseño y confección de prendas tejidas de vestir, de ahí nació mi inspiración y curiosidad desde niña por elaborar siempre todo lo relacionado al arte de hacer con las manos.
Primero inicié con bolsos tejidos en un mini telar y posterior a eso suéteres hechos con una y dos agujas. Ya con los años decidí emigrar nuevamente al Ecuador y ya con un fin específico, soñé y nació la idea de renovar un poco el vestuario indígena, de esta manera surgió la idea de elaborar alpargatas primero pensando en mi necesidad de usar algo elaborado por mí, un calzado que mantenga la esencia del alpargata propia de las otavaleñas”.

Propuesta, materiales e inspiración: “Nuestras alpargatas están elaboradas de cabuya y una plantilla de corcho con un material especial para hacer de la alpargata suave y confortable. Las telas en su mayoría son tejidas en telar en nuestro taller familiar y otras son adquiridas, seleccionadas, pues hay gustos diferentes, entre ellas disponemos de encajes en colores negro, azul y beige que son utilizadas para las alpargatas de novias, decorados y bordados con mullos -mostacillas- y perlas checas. Siempre estamos inspirados en la mujer, en el arte, en el valor de llevar algo elaborado totalmente a mano”.

Equipo de trabajo: “Actualmente nos encontramos trabajando unas diez personas, casi todos miembros de mi familia. De los diseños, patronaje y selección de telas, modelos, etc, me encuentro yo exclusivamente. Tenemos por ejemplo dos costureros que son dos de mis hermanos, la persona que moldea la suela que es ingeniero es mi cuñado, el que pega y se encarga de hacer el acabado de las cabuyas lo hacen un chico venezolano y mi hermano.  Hay veces que mi padre también nos colabora, mi hermano hace las trenzas, tenemos de dos a cuatro personas que se encargan de coser el zapato y una persona que hace los remates como colocar etiquetas y hacer los ojalillos. Paso final, el control de calidad donde debo revisar uno por uno”.




Su visión de la belleza: “Para mí hablar de belleza es todo pues pienso que si una mujer tiene valores, se ama a sí misma, tiene la capacidad de amar a los demás y a la naturaleza eso reflejará en su exterior. Todo comienza con lo que somos por dentro y se reflejará en lo que somos por fuera. Creo y defiendo mucho la autenticidad de una mujer, pero por sobre todo la fortaleza de la que estamos hechas, amo la independencia y creo firmemente que cualquier mujer es capaz de llegar a donde quiere llegar, y cada uno está donde quiere estar. Finalmente también es muy importante como mujer kiwchua otavalo, conservar nuestra identidad y que mejor reflejarlo en nuestra vestimenta.
Respetando este principio tan importante para nuestra cultura intento mantener la esencia en los accesorios y calzados que diseño, pero a su vez dándole un toque moderno, pues todo progresa y si hay cambios que sean una mezcla de lo tradicional con lo innovador. La  mujer en su totalidad es bella solo debemos ir más allá, dentro de nosotros mismas”.

Punto de venta: Bolivar 14-18 y Neptalí Ordoñez (Otavalo, Ecuador) 
*Hacen envíos a todo el país.



Hilda Males (Zhafra)



Hilda es arquitecta de interiores y ha participado y representado al Ecuador en diferentes concursos de diseño, siendo premiada en algunas ocasiones por sus proyectos. De su proyecto, me parece interesante y original el desarrollo de sus vestidos de novia porque en ellos fusiona lo étnico y occidental logrando un equilibrio armonioso entre ambos mundos, además de su exquisito trabajo de bordado.

Propuesta, materiales e inspiración:Zhafra se formó en el año 2011, aunque los diseños nacieron desde el 2008.  Zhafra nació como una propuesta de diseño de atuendos tradicionales de manofactura 100% artesanal.  El objetivo fue proponer un nuevo ángulo de visión de cómo una mujer kichwa puede verse a sí misma. Inicialmente empecé investigando la historia del atuendo tradicional. En el proceso de los diseños es importante conservar ciertos elementos representativos del atuendo tradicional.  Los materiales en un 90% son importados: Hilos, cintas, tela, encajes, pedreria, etc”.

Equipo de trabajo: "Tenemos tres etapas de  elaboración:
Bordado: Las mujeres elaboran el bordado entre un periodo de 4 días a 6 meses aproximadamente.  La mayor parte de las mujeres están asentadas en el campo o zonas rurales.
Confección: Este proceso se realiza en un taller de Quito por dos modistas con más de 30 años de experiencia.
Acabados: Una vez concluida las dos etapas la prenda retorna a la ciudad de Otavalo para finalizarse con los acabados que la clienta elija, piedras, encaje, cintas, bordados sobrepuestos, etc”.

El bordado resulta un detalle valioso en la propuesta de Hilda puesto que es una expresión artesanal vital en su cultura. De esta manera, Hilda busca fomentar esta práctica y así poder garantizar su supervivencia. Además diseña vestidos para novias a partir de la fusión entre el anaco, prenda tradicional de su cultura y un vestido base a la manera occidental. 



Su visión de la belleza: “Creo que estamos en un momento en el que todas las mujeres de todas las nacionalidades nos estamos auto evaluando para darnos una respuesta a nosotras mismas. Vivimos en un tiempo en el que los medios de comunicación masivos crean indicadores de belleza y estereotipos, y esto ha repercutido dentro  de los pueblos y nacionalidades indígenas, sobre todo para las mujeres, que ha significado una lucha verse desde sus orígenes:  rasgos, facciones, estética… que son contrarios a lo que representa ser bella según la cultura occidental.
Actualmente me encuentro presente en espacios de activismo social, donde tocamos temas de género como estos.  No te puedo hablar de mí como representatividad, pero si te puedo mencionar que muchas mujeres estamos conscientes que ser bellas involucra verse hacia dentro, mas allá de la envoltura,  apostar primero por el contenido, volver a nuestros orígenes y amar nuestras raíces.  Es así que, dentro de toda esa autoevaluación personal que me hago como mujer y kichwa, se ha creado un vínculo entre mi memoria histórica  y mi cuerpo, mis rasgos, mis facciones y los detalles que involucran ser mujer kichwa-otavalo”.

Punto de venta: Calle  Bolivar 1313 y Quito (Otavalo, Ecuador) 
*Cuenta con servicio de envíos nacionales e internacionales.