Por: Sasha Santamaría
¿Cómo escribir sobre algo que
resulta casi imposible de definir? La elegancia, ha sido una idea que ha
inquietado desde siempre a filósofos, pintores, diseñadores y demás hacedores
de la belleza. Uno de estos pensadores es *Honoré de Balzac quien en su libro
“Tratado de la Vida Elegante”, menciona algunas definiciones de esta gran
palabra y entre todas aquellas esta es la que más me agradó: “La elegancia es
la nobleza transportada a las cosas”.
Esta frase me pareció cercana a
la idea que tengo acerca de esta palabra porque propone a la elegancia no como
algo relacionado con lo superficial sino con una virtud. Sucede que en el
imaginario colectivo -por alguna razón equivocada-, a la elegancia se la relaciona con vestir ropa costosa de una marca de renombre o
con tener el último accesorio de moda y no, no, no y no. Es decir, en parte sí,
porque un lindo vestido hecho con una linda tela que abraza bellamente nuestra
figura seguramente nos hará ver mejor; pero esto es sólo una parte; es la
envoltura, y esto solo no es suficiente para alcanzar la elegancia. Digamos que
sería un complemento, pero no un detalle vital.
Para darles un ejemplo, voy a
contarles la historia de una bella señora que la vida me dio la suerte de
conocer. La llamaremos Estela. Ella, por cuestiones del destino, vive en un
lugar bastante austero y de ambiente hostil. Es una señora de unos cincuenta
años de unos grandes y vivaces ojos verdes casi celestes enmarcados por unas
cejas frondosas a lo Brooke Shields. Es que yo la veo y la imagino de joven;
hermosa y los chicos muertos por ella. Estela es madre y abuela y además cuenta
con un profesorado en Bellas Artes.
Cada vez que la recuerdo pienso
en su situación, pienso que ciertas condiciones de nuestra vida se dan
simplemente por haber tenido la suerte de haber nacido con “una buena
estrella”. Y cuando la veo, cuando voy a visitarla a ese lugar tan opuesto a su
ser digo “Ella es como una reina viviendo en un pantano”. Y sí, es que es una reina por la delicadeza
de sus modos, la dignidad de su porte y la altura y fortaleza con la que
afronta cada momento de su vida. ¿Ven? Esto es a lo que me refiero.
Si bien en su apariencia no hay
rastro alguno de objetos costosos o de última moda, es su ser, eso que viene de
adentro que brilla, inunda y encanta a todo lo que le rodea, esa cosa
encantadora que no puedes definirla pero te sobrecoge y te impacta. La
elegancia del corazón como dijo Yves Saint Laurent.
Y así como Estela, me he
encontrado con grandes personas –o trato de encontrarlas- o he visto escenas de
la vida diaria que me ayudan a pulir y definir mi idea acerca de lo que
realmente es ser elegante, y lo que tienen en común es una grandeza y
sofisticación de espíritu que supera su apariencia material, haciendo que todo
lo que hagan o digan sea como una brisa agradable que emociona los sentidos.
Ya que trazamos una idea acerca de
lo que significa la elegancia desde el ser, ahora ¿cómo lograr ser elegante en
el vestir? Simplemente recurriendo a la sencillez, a la armonía tanto de
colores como de texturas y accesorios,
siendo discretos con los logos de las marcas, buscando el equilibrio con
el uso de estampados o colores llamativos para que la ropa no nos opaque y
finalmente; usar prendas que sean amables con nuestro tipo de cuerpo y que
resalten nuestra personalidad.
*Si les interesa la
literatura sobre moda les recomiendo este libro, es de fácil lectura y además
tiene un humor muy cómico.
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