Por: Sasha Santamaría
En estas últimas temporadas hemos
podido observar una faceta más pura y natural de la moda. Muchos diseñadores
han adoptado esta tendencia que tiene a la austeridad y sencillez como dos de
sus máximas: estilo minimalista.
Como toda tendencia, esta se origina a partir de nuevos comportamientos sociales y de consumo, los cuales demandan calidad sobre cantidad y discreción sobre exageración. Este concepto (que se ve representado en casas de diseño como Calvin Klein, Jil Sander y, los noveles The Row y Lucas Nascimento), rechaza todo tipo de modos voluptuosos, pregonando una idea de “supremacía visual del silencio”, muy necesaria en estos tiempos en los cuales día a día nos vemos saturados de ruido e información. Un descanso que podemos trasladarlo a nuestra ropa por medio de este estilo, y es dentro de este mundo, que la indumentaria encuentra sus bases en una construcción con tintes geométricos y refinados, donde las prendas cumplen su función de ser mostrando sus contornos originales casi sin ninguna alteración.
Como toda tendencia, esta se origina a partir de nuevos comportamientos sociales y de consumo, los cuales demandan calidad sobre cantidad y discreción sobre exageración. Este concepto (que se ve representado en casas de diseño como Calvin Klein, Jil Sander y, los noveles The Row y Lucas Nascimento), rechaza todo tipo de modos voluptuosos, pregonando una idea de “supremacía visual del silencio”, muy necesaria en estos tiempos en los cuales día a día nos vemos saturados de ruido e información. Un descanso que podemos trasladarlo a nuestra ropa por medio de este estilo, y es dentro de este mundo, que la indumentaria encuentra sus bases en una construcción con tintes geométricos y refinados, donde las prendas cumplen su función de ser mostrando sus contornos originales casi sin ninguna alteración.
Un universo donde las faldas son
faldas, las camisetas son camisetas, los vestidos son vestidos, reducidos a su
forma más esencial; en ocasiones discretamente intervenidos por detalles como
pinzas, pliegues, cortes y tablones, que aparecen sobre puntos específicos del
cuerpo, minúsculas decoraciones que ayudan apenas a dibujar las formas. Así,
las siluetas se perfilan holgadas, trabajadas con tejidos nobles como el algodón
o el lino, o ligeras y volátiles gracias al uso de sedas y gazas.
Los colores son el recurso que
concede una visión poderosa al conjunto, tonos vibrantes que se encuentran y pueden
combinarse entre sí en diferentes formas. Podemos realizar un juego de matices claros y
oscuros, tonos fríos y cálidos o escoger un solo tono que marque el ritmo del
conjunto total. Si existen estampas, estas aparecen como grafismos difusos y de
tamaño moderado.
Los accesorios pueden tomar el
rol protagónico, ya que este estilo permite que la ropa sea el lienzo perfecto
para adornarnos. Podemos escoger entre joyería maximalista o calzado de líneas imponentes.
Un ejemplo podría ser un conjunto total en color negro, con zapatos de color, provistos
con un soporte de aires arquitectónicos.
Lo agradable de este estilo al
momento de vestir es su versatilidad y facilidad para acomodarse a otros
estilos, pero, principalmente rescato su practicidad y autenticidad, ya que al
ser un estilo despojado de adornos permite que veamos realmente a la persona
quien lo lleva, y eso al final es lo más valioso, cuando la ropa que escogemos
acompaña y afirma nuestras maneras, y no las disminuye o exagera.
Lucas Nascimento The Row |
Propuestas locales: Jorge Fashion & Tailoring, Belen Amigo |
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