Una rutina de belleza




Los hábitos que con disciplina logramos mantener a lo largo de nuestra vida son aquellos que  elegimos cultivar porque al ponerlos en práctica en nuestro día a día, nos generan pequeños momentos de placer y plenitud. En cuestiones de belleza, las mujeres contamos con ciertos secretos que atesoramos y disfrutamos porque son mimos que mejoran nuestro ánimo y tienen el poder de hacernos sentir bellas.

En mi caso, aquellos primeros hábitos de belleza fueron heredados de mi madre a quien imitaba cuando se untaba sobre su cabello mascarillas hechas de aguacate, huevo,  aceite de oliva y sábila como invitadas estelares. Quizás tenía unos once o doce años y luego dejar el acompañamiento materno, emprendí mi  propio vuelo hacia el placentero mundo de la belleza y cuidado personal. Cuidado, esa es una de mis palabras favoritas, sentir que me hago cargo de mi misma, de mi piel que  me protege noblemente y me permite sentir agradables sensaciones. 

Decidí animarme a escribir este post porque últimamente he recibido comentarios halagadores acerca del estado de mi piel como por ejemplo “¡qué linda se ve tu piel!” o “te ves saludable”, y realmente tengo hábitos bastante sencillos con productos nada costosos y algunos de ellos me vienen acompañando desde mi adolescencia, así que a continuación los comparto con ustedes.

-El milagro de una taza de agua tibia con limón       
Ha pasado casi un año y medio desde que incorporé este hábito a mi rutina diaria desde el momento que leí varios artículos acerca de los beneficios de tomar una taza de agua tibia con limón en ayunas al despertar. No sé si está científicamente comprobado pero lo que leí, esto ayuda a desintoxicar el hígado, además de fortalecer el sistema inmunológico y a mejorar el estado de la piel. Y puedo decir que hace mucho tiempo que no tengo un resfriado fuerte y en cuanto a la piel estoy segura que  permanece con buen brillo gracias a la vitamina C.

-Querida y adorada exfoliación
Este sin duda es uno de mis rituales favoritos y octogenarios :)  Mi aliado para este rito es el exfoliante St. Ives, una marca de cosmética suiza que descubrí hace diez años y desde ese momento y hasta ahora sigo fascinada con los resultados. Hace unos meses una de mis hermanas me indicó que mezclar azúcar con limón también ayuda a exfoliar el cuerpo y deja la piel muy suave. Entonces llevé aquel consejo a la práctica y froto sobre toda la piel azúcar con limón y luego sello con el exfoliante de St. Ives. Espero unos minutos hasta que se seque, enjuago y lista para sentir mi piel suave y luminosa toda la semana.

-Humectación corporal
Mi crema diaria número uno, la de siempre, la de Nivea y su línea de Karité. Tiene un aroma sútil y su textura es ligera.

-Para el rostro
Tengo una piel demasiado sensible que reacciona con el cambio de clima o con mis cambios de ánimo. Por recomendación de mi dermatóloga inicié a usar la línea de Avene, específicamente tres de sus productos. El primero el jabón de la línea Cold Cream con el que lavo la piel de mi cara al despertar y antes de dormir. Segundo, el agua termal que la uso cuando salgo de la  ducha y cada tanto luego de lavarme la cara, y en invierno para humectar uso una crema de la línea para pieles intolerantes y ahora para el verano uso la Lumiprevent de Liderma. En cuanto al contorno de ojos, estoy en la misión de encontrar uno.
Otro producto que suelo incluir es la popular agua micelar de Bioderma, la cual tuve que dejar de usar a diario porque me estaba irritando la piel (bueno es que la tengo muy sensible). Pero me funciona de maravilla como tónico limpiador para eliminar aquella suciedad “invisible” que se va acumulando en la piel.

Estos son mis pequeños hábitos que hacen que mi ritual de cuidado personal sea gratificante y además me permiten sentir que mi bienestar está en mis manos y depende de mí. A esto le agregaría dormir bien, tener un buen descanso es el mejor regalo para la piel.
Alguna vez escuché una frase muy bonita que me parece oportuna para cerrar este escrito: “belleza es salud” y estoy totalmente de acuerdo con ello, procurar nuestro bienestar en todos los aspectos es sinónimo de amor y respeto propio y quererse mucho siempre estará bien.

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