Vestidas para el amor

Ilustración y Texto por: Sasha Santamaría



La vida está hecha de momentos, muchos de ellos verdaderamente especiales que ameritan vestidos memorables, pero ¿qué hay de esos momentos en dónde priman sentimientos amorosos? El primer paseo, la primera cena, son situaciones donde nuestra feminidad en su faceta más coqueta se hace evidente. El ritual de adornarnos, de elegir lo mejor, lo que nos haga sentir cómodas y realce nuestro espíritu. Nos vemos frente al espejo, un poco de maquillaje, arreglamos nuestro cabello, algo de perfume y estamos listas para el romance.
Es interesante como estas pequeñas elecciones definen quiénes somos y cuáles son nuestros objetivos e intenciones, y, al mismo tiempo, por medio de estos signos, la persona que tendremos al frente puede llegar a formar una lectura rápida sobre nosotros. Es por ello que las decisiones que tomamos al momento de vestir, deben ser coherentes con lo que somos y lo que queremos ser, siendo conscientes de nuestro cuerpo, respetándolo y honrándolo.
Saber vestirse es una habilidad que demanda un sentido agudo sobre lo armonioso y lo práctico, y dentro de un contexto romántico, debe complementarse con maneras muy sutiles, expresadas a través de nuestra ropa. Antes de preparar nuestros ensambles, debemos saber que los recursos que nos ofrece la moda (tejidos, siluetas, textura, color) ayudarán a potenciar este mensaje, acorde con nuestra feminidad.

Tejidos especiales
Los tejidos de tacto suave y caída ligera como el chiffon y la seda, evocan romanticismo y delicadeza,  junto con el encaje, las estampas florales y de puntos. Materializados en faldas o vestidos dan una impresión etérea, gracias a su liviandad y las ondas que se generan con el viento. Para lograr este encantador efecto, debemos procurar que la silueta que dibuja nuestras prendas sea amplia, acompañe la forma de nuestro cuerpo y no lo oprima. Tejidos como lino, algodón o gabardina resultan inapropiados. Reservarlos para el ámbito 
ejecutivo.

Colores acogedores
Una de las características de los colores son las vibraciones que emiten y el efecto que producen en nuestro ánimo. Para que nuestro acompañante se sienta cómodo en nuestra presencia, los tonos suaves y neutros crearán un halo de cadencia a nuestro alrededor.
Tonos pasteles y empolvados aportan  luz y evocan dulzura, al igual que el rosa (en tonalidades apagadas) sugiere calma, feminidad y tranquilidad.
El azul transmite compromiso y confianza, en sus variantes más oscuras como el azul marino, comunica respeto, y el azul noche elegancia y misterio. La gama de los verdes claros nos remite a la frescura de la naturaleza, su calma y su sabiduría. El blanco con su luz, proclama naturalidad y pureza, y el negro poder y autoridad.
Colores estridentes de alta vibración cromática como el rojo, amarillo y neones se deben evitar en las primeras salidas, resultan intimidantes y visualmente agotadores.

Confortable interior
La clave para que nuestro ensamble elegido se vea impecable, es que la ropa interior que elijamos se mimetice con nuestra ropa exterior. Las prendas superiores (sostenes y tops) deben proveer el soporte justo, acorde con el tamaño del busto. Debemos cuidar que los tirantes no queden a la vista y no ajusten demasiado, pues generarán excesos de piel, incluso en personas de contextura delgada. Las prendas inferiores no deben marcarse sobre las prendas. Si utilizamos vestidos o blusas de transparencia, la ropa interior de color crudo o piel se transparenta menos que la  de color blanco. La ropa interior, como tal, debe permanecer en el interior.

Accesorios poderosos
Las joyas más bellas se hicieron para la noche. Si las nuestras son de un tamaño considerable, reservarlas para un evento glamoroso. En esta escena, nosotras somos las protagonistas. Aretes de delicadas perlas o provistos de un brillo tenue aportarán una suave luz a nuestro rostro. En cuanto al calzado, si la idea es una caminata luego de la cena, debemos escoger unas sandalias de tacón cómodo y pequeño, o, ¿por qué no decantarnos por unas lindas ballerinas?

El mundo de lo femenino nos provee de estas herramientas que nos permiten resaltar con exquisitez nuestras diversas vistosidades, pero, estos son solo recursos materiales, que no llegan a remplazar lo verdaderamente importante: que no hay nada más seductor que una mujer que se ama a sí misma.

*Este texto fue escrito para Revista Mariela de Ecuador

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