Por: Sasha Santamaría
Un 19 de
agosto de 1883 nació la mujer que con su afinado sentido estético, fundó las
bases de la modernidad en el vestir femenino (tarea que más adelante
continuaría Yves Saint Laurent). Apasionada, contestaria e innovadora, Gabrielle
Bonheur Chanel, luchó en contra de los cánones de su tiempo para formular una
filosofía de estilo que ha perdurado a través de los años. Honoramos su legado
en la moda evocando sus contribuciones más memorables.
La silueta de la liberación
Hacia
fines de 1890 y mediados de 1920, el vestuario femenino estaba dominado por el
gusto de la 'belle époque'. Vestidos en forma de S (cintura definida a punta de
corsé, busto voluminoso y caderas redondeadas) acompañados por sombreros de excesivo
decorado marcaban la tendencia. No obstante, poco a poco, la mujer iba ganando
libertades (practicar deporte en público era una de ellas) y aquel estilismo
desentonaba con estas nuevas conquistas. Así, Chanel, fue una de las diseñadoras
que promulgó una silueta lánguida y desapegada del cuerpo que favorecía y
posibilita el movimiento.
La nueva silueta estaba liderada por un corte recto y un sentido lineal de la figura. |
El jersey: Innovación textil
Para
lograr que sus diseños cumplieran con esa cualidad confortable y fluida no solo
en términos de silueta, Chanel observó en el tejido de jersey una materialidad
para concretar aquellas virtudes en sus prendas. Esto significó un movimiento
ingenioso de su parte puesto que en ese momento, el uso del jersey estaba
relegado únicamente para la confección de ropa interior masculina. Gracias a
este descubrimiento, pudo dar forma a conjuntos de dos piezas para uso diario y
casual.
Conjunto de dos piezas elaborado en jersey (1928).
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Negro: La elegancia de la
austeridad
Otro de
sus movimientos arriesgados en términos estilísticos consistió en proponer al
color negro en el vestir como símbolo de distinción y elegancia, que,
curiosamente, era un tono utilizado para los uniformes del personal de servicio
doméstico. Este punto resulta interesante puesto que recuerda una de las tantas
veces en que los hacedores de moda han tomado inspiración en aquello que está
fuera del margen de lo común, en una constante búsqueda de belleza dentro de lo
no convencional. De esta forma, mediante esta observación, Gabrielle concibió
una de las prendas epítomes del vestir femenino; el famoso little black dress.
Conjunto de dos piezas en negro absoluto (1927). |
El encanto de la funcionalidad
masculina
El estilo
de vestir de sus compañeros sentimentales supuso otra gran fuente de
inspiración para Chanel. En ellos, reparó en la confortabilidad y sartorialidad
sin esfuerzo de la ropa masculina, cualidades que se convirtieron en uno de los
pilares de su discurso vestimentario. Aquel postulado es visible por ejemplo en
la chaqueta de tweed, pieza que
devino a partir de su relación con el Duque de Westminster. En ella se refleja la
admiración de Chanel por la sastrería británica y de las prendas que usaba su compañero
en sus actividades al aire libre. De hecho, gracias a esta relación, Gabrielle
tuvo un acercamiento con Escocia, en donde conocería y generaría el tejido de tweed, materia prima de su icónica prenda.
Chanel en un “fitting” de la chaqueta tweed para la actriz Romy Schneider.
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“La moda es efímera
pero el estilo es eterno”
-Coco Chanel-
*Publicado en: https://cosas.com.ec/los-hitos-de-gabrielle-coco-chanel/
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