Los códigos de “Respirar”, la colección Alta Costura de Lía Padilla


La última colección de la diseñadora propone una mirada performática de la moda.


Por: Sasha Santamaría (Consultora de Moda)


Fotografía: Juan Pablo Merchán


Lía Padilla es uno de los nombres destacados de la nueva generación del diseño ecuatoriano. Su propuesta conceptual, que explora constantemente los límites entre la moda y el arte, le ha hecho ganarse un espacio.
A inicios de este mes, la diseñadora presentó en la ciudad de Quito, en el emblemático teatro Bolívar, una de sus colecciones más ambiciosas, tanto por su producción, puesta en escena y complejidad artesanal de cada uno de los atuendos de “Respirar”, su performance de Alta Costura. 

¿Por qué “Alta Costura”? preguntamos a la diseñadora. “La mayor parte de las piezas constan de procesos artesanales que tomaron alrededor de 80 a 250 horas de trabajo manual para cada una. Estas prendas pertenecen a una serie limitada, que se trabaja sobre medida y que no son concebidas con el fin de ser vendidas, son las que en esencia construyen la pasarela”, así justifica la asociación de esta colección a dicha categoría. 

Fueron 43 looks los que desfilaron sobre el escenario del teatro, envueltos en una atmósfera solemne y mística, potenciada por la música. Un vaivén de prendas de apariencia escultórica -uno de los rasgos más representativos de su ADN-, complementadas con piezas de joyería y estructuras tridimensionales, cuya elaboración tomó 2 años, tiempo en el que se desarrolló la conceptualización, maquetación, pruebas y elaboración de cada prenda y complemento.  Un equipo de 20 personas se encargó de confeccionar durante 10 meses -ininterrumpidamente- cada una de las piezas (en los highlights de su cuenta de Instagram la diseñadora expone una buena parte de este proceso).

Es un hecho que la utilización del término Alta Costura en Latinoamérica suele ser polémico, por su inmediato e inherente vínculo con la moda europea, específicamente francesa. Esta colección permite una discusión sobre la práctica de la alta costura desde una perspectiva latinoamericana; cómo ejecutarla de acuerdo a nuestros parámetros, aprovechando nuestros recursos, enalteciendo nuestro imaginario cultural e idiosincrasia, una “alta costura” adaptada a nuestro contexto y realidad social -aunque quizá, para nombrarla, tendríamos que rebautizarla, inventando un nuevo término-. Una reflexión en línea con el discurso decolonial que propone una mirada y un hacer de la moda liberado e independiente de los lineamientos europeos. 
Para concebir “Respirar”, la diseñadora consideró tres ejes: los órganos del sistema respiratorio, la afectividad y la memoria ancestral, conceptos que tomaron cuerpo en volúmenes y texturas -dos elementos frecuentes en la propuesta de Padilla-, presentes en los distintos atuendos que conformaron esta performance, de la cual sobresalieron cuatro grandes momentos:


Fotografía: Daniel Queirolo


La apertura del desfile supuso un carrusel de prendas de siluetas adherentes; bodys y mini vestidos adornados por vuelos que ondulaban sobre la superficie de las piezas. Una selección que anticipaba que esta colección no sería del todo conceptual, con prendas de carácter teatral-como es habitual en la marca-, sino que incluiría también piezas para solucionar el vestuario en la vida diaria. 


Fotografía: Daniel Queirolo


Esta intención “vestible” se consagró mediante una serie de vestidos y prendas de contornos amplios y flotantes, que visualmente construyeron una llamativa e intensa sinfonía de color, cromática inspirada en la vestimenta de las comunidades indígenas de la zona centro-norte del país -aspecto que, casualmente, coincide con la temática colorida que viene predominando la estética de la moda global de este 2022-.


Fotografía: Daniel Queirolo


La performance continuó con un segmento de piezas decoradas por estampados maximalistas, de motivos orgánicos y botánicos que simulaban hojas y paisajes de montañas, trabajados en acabado matelassé, cuyas siluetas desprendían un aura oriental a causa de sus formas que remiten al kimono.


Fotografía: Daniel Queirolo


El segmento final fue el clímax de la presentación; los coloridos y flotantes maxi vestidos formaron dupla junto a los abrigos de estampados gráficos, en un ejercicio de sobreposición de capas y largos modulares, adornados por estructuras tridimensionales y joyería, una visión que personificaba majestuosamente el espíritu de la colección. De esta serie, resalta un amplio faldón negro en forma de campana, que bien puede interpretarse como una reformulación del característico anaco que visten en su cotidianidad las mujeres de la zona andina.

¿Alta Costura hecha en Ecuador? Sí, es posible, aquí y en cualquier país de Latinoamérica, siguiendo nuestros propios parámetros, en consonancia con nuestra cultura, aspiraciones, recursos y bagaje artesanal.  




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